Orlando Cruz, boxeador que ha declarado su homesexualidad (foto El País) |
Lo interesante del deporte es que, del mismo modo que puede servir para fomentar la violencia simbólica, también puede contribuir a superarla. De hecho, Cruz dice sentirse sorprendio por la reacción en el mundo del boxeo: "La reacción ha sido positiva" declara, y se muestra convencido de que, además de a él mismo, hacer pública su condición sexual pueder ayudar a que otras personas aprendan a aceptarse y, por tanto, a vivir mejor. Lo mismo ha pasado en otros casos con la orientación sexual de deportistas mujeres, como Martina Navratilova, que sirvió para dar visibilidad y aceptación al lesbianismo. Sus éxitos como deportistas sin duda les han servido para que su masculinidad y feminidad contrahegemónica haya sido conocida, valorada y aceptada socialmente.
Me pregunto si la educación está a la altura. La educación física es la única asignatura que directamente trabaja en el cuerpo, que es el sustrato de nuestra identidad. En gran parte, nuestro cuerpo dice y dicta lo que somos en esencia. Los niños y niñas que no hayan ido a favor de la corriente de las masculinidades y feminidades hegemónica, ¿qué experiencia habrán tenido de su cuerpo en la educación física? ¿Habrá servido esa asignatura para que se encuentren y se sientan orgullosos y orgullosas de ser como son? ¿O habrá contribuido a ridiculizarles, humillarles y marginarles o, sencillamente, a enseñarles que lo mejor pueden hacer es intentar negarse a sí mismos? Me gustaría pensar que lo primero, aunque...